¡Cierra los ojos!
¡Espera! ¡Silencio!
¿Lo escuchas? ¡Abre lentamente tus ojos!
¡Sí es el mar! Sus olas vienen y van suavemente, el sol está a unos minutos de desaparecer para darle tregua a las sirenas y tritones, saldrán a disfrutar la luz de la luna.
¿Sientes el calor en tu cuerpo? Es una delicia sentirlo.
¿Me permites tomarte de la mano? ¡Vamos a meter los pies en el agua! Ahí la arena es aún más suave; caminemos sobre la orilla, juguemos a ver como el mar nos va llevando sutilmente.
¿Sabes? Huatulco es mi lugar favorito, me gusta venir en esta época porque sucede esto, tienes el mar y la playa completamente para ti.
Vamos metiéndonos un poco más al agua, es fascinante el contraste, en la orilla el agua es tan transparente que podemos ver la arena, unos pasos más adelante, es ligeramente verde y conforme más nos vamos adentrando comienza el azul cielo, más al fondo nuestro azul se vuelve intenso.
No soy yo, te lo juro, son las olas las que me van acercando a ti, quizás si me tomas de la cintura podremos evitar que me robe un tritón o que venga Neptuno cabalgando las olas en su caballos blancos a reclamar lo que alguna vez fue suyo; de ti no puedo decir lo mismo, ahora que el agua nos llega a los hombros, ahora que tus brazos rodean mi cintura y tus manos se aproximan a un camino peligroso, ahora que estamos así de cerca te lo puedo confesar, esta sirena te atrajo con su voz hasta aquí, desde la antigüedad lo hemos hecho así, atraer a los marineros a su último destino; desde este momento y para siempre me perteneces.
Ya no hay marcha atrás.
¡Bésame!
Aquí es el único lugar donde el infierno no arde. No aún.