Suelen preguntarme mucho...
Es mi madre, en realidad es mi abuelita pero la vida quiso que fuera mi madre. Siempre respondo eso.
Socorro o "abuelita Soco" como le decimos los nietos, no es la mujer que ahora por caprichos de la edad vuelve a ser una niña a la cual todos debemos regañar para que se deje llevar al doctor cuando es necesario, una niña que ya no puede comer todo lo que se le antoja, perdón, debo corregir, ya no debería comer todo lo que se le antoja pero suele darle sus "pellizcadas" a la comida en un acto de rebelión incorregible y que al ser reprendida contesta "De algo me tengo que morir, por lo menos que sea contenta" pequeña cínica.
Mi Soco, mi madre, fue una mujer de carácter duro y temple de acero porque la vida no le permitía ser débil y flaquear ante la adversidad, mi Soco sigue siendo una leona dispuesta a defender a sus cachorros, toda amor y ternura cuando me ha visto caer, cuando simplemente ya no he querido seguir, ha llorado tantas veces conmigo, me ha abrazado con tanta fuerza las veces que la he necesitado, que sólo de recordar vuelvo a llorar.
En mis noches de miedo, dolor o insomnio era suficiente abrir la puerta en silencio, verla dormir y poco a poco irme metiendo en su cama, recostarme y sentir sus brazos, un refugio a prueba de todo.
Soy una mujer adulta y me sigue llamando "chamaca" lo que no sabe es que ella es mi guía, cuando no sé qué hacer perfectamente puedo escuchar lo que ella diría en esa situación.
Soco fue de las primeras mujeres Ministerio Público, recorrió todo el estado, ella sola sacó adelante a 8 hijos y 2 nietas.
Sigo pidiéndole a Dios que me la deje otro poquito, no estoy lista para vivir sin ella, en realidad, nunca estaré lista.
Soy afortunada por tener a mi Soco.
¡Gracias vida, gracias Dios!
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