*Si esta es la primera vez que me lees, tendrás que ir un poco atrás en mi blog y leer la primera parte de este relato (Se escapó con Jacky)*
Continúa...
Subimos al autobús, no podíamos dejar de abrazarnos y besarnos, era notorio que teníamos meses sin vernos, mucho que contarnos, llegamos a la Ciudad de México a las 7 de la tarde, el siguiente autobús que tomaríamos salía a las 11 de la noche; nos fuimos a caminar abrazados por todo Paseo de la Reforma, cenamos, me compraste un flor, regresamos a la estación de autobuses y nos causó curiosidad ver tantas patrullas, - siendo la Ciudad de México no podía ser raro - no entramos, nos quedamos otro rato afuera, abrazados, al entrar nos pareció escuchar tu nombre pero una vez más entenderle a la señorita era un tanto complicado - por no decir imposible- nos sentamos en las bancas, seguíamos abrazados, viendo a la gente pasar, mientras yo te decía historias ficticias de cada persona, reíamos, de repente se escuchó un:
-“¡Ahí están!”
Giramos la mirada, era la policía quien nos señalaba y a lado de ellos mis tíos, literal estábamos rodeados de policías, fuimos a la Gerencia, nos separaron.
Mis tíos como era de esperarse estaban entre histéricos y furiosos, creo que más lo segundo y no los culpo. Solo pude decir:
-¿Cómo me encontraron?
Lo cual desató más su ira
-Nos llamó la nana para decirnos que no estabas, que afuera de la casa estaban tiradas las llaves. ¡Creímos que te habían secuestrado! ¡Movimos cielo, mar y tierra para encontrarte y lo único que tienes para decir ¿es eso?
-¡Perdón, lo siento mucho! ¡Estoy bien! No era mi intención, incluso había dejado una carta sobre la cama para decirles justamente esto.
-¡Nunca llegamos a tu habitación! ¡Pero debes de saber que esto tendrá consecuencias, ese joven se irá detenido por intento de secuestro de una menor de edad!
Empecé a llorar, era lo último que quería para ti, causarte problemas, mientras a nosotros nos subían a patrullas distintas, nuestras familias se reunían en Oaxaca para solucionar la situación.
En la patrulla se escuchó un:
-10-24 (Misión cumplida)
-¿De qué se trató?
-10-12 (Visitas presentes) ¡Vamos para allá!
Llegamos al Ministerio Público, ni los policías, ni mis tíos nos dejaban acercarnos, no podía dejar de llorar, mis tíos seguían furiosos, pasaron a hablar con la ministerio público en turno, mientras nosotros nos mirábamos a lo lejos con tristeza.
Cuando mis tíos se encontraban en la oficina, el comandante se acercó a hablarme:
-¡Tranquila! Tú lo quieres mucho ¿verdad?
-Sí, muchísimo
-Entonces cálmate, deja de llorar, dime ¿Ya han tenido relaciones sexuales?
-No
-¿A dónde pensaban ir?
-A Oaxaca, no quiero vivir en Cuernavaca (mentí)
-Mira la cosa es muy sencilla, por ser menor de edad, la Lic. te va a hacer unas preguntas, necesitas estar tranquila, tener temple, responder con calma, que vea que eres madura, dile lo mismo que me acabas de decir, que no es un intento de secuestro, que ibas por voluntad propia, que estudias y llevas buenas calificaciones. De ti va a depender que ese joven que te ama se vaya a casa, ya el tiempo dirá muchachos, si tanto es su amor, sus familias van a ceder y los dejarán ser novios.
No fue así, a él se lo llevaron detenido, no hubo tiempo de despedirnos, desde entonces una vez al mes me armo de valor y lo voy a visitar a la cárcel, no imaginan la inmensa tristeza de verle ahí, me rompe el corazón...
Obvio no ¡Es broma!, la historia continua…
Efectivamente, me hicieron pasar, fueron las mismas preguntas y al decir “por voluntad propia” la licenciada les dijo a mis tíos que no había nada más qué hacer, a lo mucho que constara como antecedente penal, pero eso lo dañaría en el futuro.
Mis tíos decidieron no hacerlo, la condición para ambos fue romper toda clase de comunicación, dejarlo por la paz.
Cada quien se fue de regreso a casa, uno a Oaxaca y otra a Cuernavaca, todo el camino fue de silencio, los siguientes meses fueron de intentar continuar, pero a la larga terminamos.
Sin embargo, antes de irme de viaje, yo le prometí que, si todo fallaba, un año después regresaría, y así fue, aun cuando ya no éramos nada, regresé a vivir a Oaxaca, no teníamos ninguna forma de contacto, la noche siguiente a mi retorno recibí mensaje de número desconocido:
-Espero no te moleste, pasaré a dejarle a tu abuelita, algunos peluches que me regalaste.
-No es necesario, déjalos en la entrada, yo saldré por ellos.
P.D. Te extraño.
Encontré todos los viejos regalos y sin más me fui a acostar. A media noche llegó otro mensaje:
-No puedo creer que regresaste, te mandé mensaje para dejarte esos recuerdos porque mañana me voy a Guadalajara a terminar allá mi carrera, me gané una beca, mi papá me acompañó la semana pasada y ya está listo el departamento y todo lo demás.
Solo pude responder:
-Esta vez, yo te esperaré.
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