lunes, 16 de septiembre de 2019

2da Parte. Jacky en el Ministerio Público

*Si esta es la primera vez que me lees, tendrás que ir un poco atrás en mi blog y leer la primera parte de este relato (Se escapó con Jacky)*

Continúa...

Subimos al autobús, no podíamos dejar de abrazarnos y besarnos, era notorio que teníamos meses sin vernos, mucho que contarnos, llegamos a la Ciudad de México a las 7 de la tarde, el siguiente autobús que tomaríamos salía a las 11 de la noche; nos fuimos a caminar abrazados por todo Paseo de la Reforma, cenamos, me compraste un flor, regresamos a la estación de autobuses y nos causó curiosidad ver tantas patrullas, - siendo la Ciudad de México no podía ser raro -  no entramos, nos quedamos otro rato afuera, abrazados, al entrar nos pareció escuchar tu nombre pero una vez más entenderle a la señorita era un tanto complicado - por no decir imposible-  nos sentamos en las bancas, seguíamos abrazados, viendo a la gente pasar, mientras yo te decía historias ficticias de cada persona, reíamos, de repente se escuchó un:

-“¡Ahí están!”

Giramos la mirada, era la policía quien nos señalaba y a lado de ellos mis tíos, literal estábamos rodeados de policías, fuimos a la Gerencia, nos separaron.

Mis tíos como era de esperarse estaban entre histéricos y furiosos, creo que más lo segundo y no los culpo. Solo pude decir:

-¿Cómo me encontraron?
Lo cual desató más su ira
-Nos llamó la nana para decirnos que no estabas, que afuera de la casa estaban tiradas las llaves. ¡Creímos que te habían secuestrado! ¡Movimos cielo, mar y tierra para encontrarte y lo único que tienes para decir ¿es eso?
-¡Perdón, lo siento mucho! ¡Estoy bien! No era mi intención, incluso había dejado una carta sobre la cama para decirles justamente esto.
-¡Nunca llegamos a tu habitación! ¡Pero debes de saber que esto tendrá consecuencias, ese joven se irá detenido por intento de secuestro de una menor de edad!

Empecé a llorar, era lo último que quería para ti, causarte problemas, mientras a nosotros nos subían a patrullas distintas, nuestras familias se reunían en Oaxaca para solucionar la situación.

En la patrulla se escuchó un:
-10-24 (Misión cumplida)
-¿De qué se trató?
-10-12 (Visitas presentes) ¡Vamos para allá!

Llegamos al Ministerio Público, ni los policías, ni mis tíos nos dejaban acercarnos, no podía dejar de llorar, mis tíos seguían furiosos, pasaron a hablar con la ministerio público en turno, mientras nosotros nos mirábamos a lo lejos con tristeza.
Cuando mis tíos se encontraban en la oficina, el comandante se acercó a hablarme:

-¡Tranquila! Tú lo quieres mucho ¿verdad?
-Sí, muchísimo
-Entonces cálmate, deja de llorar, dime ¿Ya han tenido relaciones sexuales?
-No
-¿A dónde pensaban ir?
-A Oaxaca, no quiero vivir en Cuernavaca (mentí)
-Mira la cosa es muy sencilla, por ser menor de edad, la Lic. te va a hacer unas preguntas, necesitas estar tranquila, tener temple, responder con calma, que vea que eres madura, dile lo mismo que me acabas de decir, que no es un intento de secuestro, que ibas por voluntad propia, que estudias y llevas buenas calificaciones. De ti va a depender que ese joven que te ama se vaya a casa, ya el tiempo dirá muchachos, si tanto es su amor, sus familias van a ceder y los dejarán ser novios.

No fue así, a él se lo llevaron detenido, no hubo tiempo de despedirnos, desde entonces una vez al mes me armo de valor y lo voy a visitar a la cárcel, no imaginan la inmensa tristeza de verle ahí, me rompe el corazón...

Obvio no ¡Es broma!, la historia continua…

Efectivamente, me hicieron pasar, fueron las mismas preguntas y al decir “por voluntad propia” la licenciada les dijo a mis tíos que no había nada más qué hacer, a lo mucho que constara como antecedente penal, pero eso lo dañaría en el futuro.
Mis tíos decidieron no hacerlo, la condición para ambos fue romper toda clase de comunicación, dejarlo por la paz.

Cada quien se fue de regreso a casa, uno a Oaxaca y otra a Cuernavaca, todo el camino fue de silencio, los siguientes meses fueron de intentar continuar, pero a la larga terminamos.

Sin embargo, antes de irme de viaje, yo le prometí que, si todo fallaba, un año después regresaría, y así fue, aun cuando ya no éramos nada, regresé a vivir a Oaxaca, no teníamos ninguna forma de contacto, la noche siguiente a mi retorno recibí mensaje de número desconocido:
-Espero no te moleste, pasaré a dejarle a tu abuelita, algunos peluches que me regalaste.
-No es necesario, déjalos en la entrada, yo saldré por ellos.
P.D. Te extraño.

Encontré todos los viejos regalos y sin más me fui a acostar. A media noche llegó otro mensaje:
-No puedo creer que regresaste, te mandé mensaje para dejarte esos recuerdos porque mañana me voy a Guadalajara a terminar allá mi carrera, me gané una beca, mi papá me acompañó la semana pasada y ya está listo el departamento y todo lo demás.

Solo pude responder:
-Esta vez, yo te esperaré.

martes, 10 de septiembre de 2019

Se escapó con Jacky - 1ra Parte

¿Cómo fue? ¡Veamos…!
Fue ¡Mítico! ¡Algo digno de contar a los nietos!

Mi familia católica conservadora, tu familia iconoclasta. Teníamos un año de novios, apenas un año atrás me caías fatídicamente mal, me conociste jugando futbol en la calle, rompiendo los vidrios de las ventanas de tus vecinos, riendo a carcajadas; tú en cambio siempre en silencio, serio hasta más no poder; nos presentaron por una apuesta con una vecina (la última que hice), te cautivó esa joven que saludaba de mano y hablaba de “usted” a sus contemporáneos, a los menores y mayores, hasta el Firulais que se encontraba en la banqueta era un digno can para ser saludado de manera respetuosa.

Mi familia se percató que mis calificaciones ya no eran las mismas, las clases de francés resultaban eternas; el viaje a Europa estaba cerca “Es justo lo que necesita, estar un mes fuera le hará olvidarse de ese joven mayor que ella” solía decir mi abuela. Pero esta vez era distinto, sabían que ese mes no sería suficiente, la decisión estaba tomada, una vez que regresara, dejaría Oaxaca y me iría a vivir a Cuernavaca.

Recuerdo que no te dije nada, nos vimos saliendo de clases, te abracé, te besé y molesté como siempre, llegado el momento de despedirnos, solo pude agachar la cabeza y decirte que no podíamos seguir, que ya no volvería y que un noviazgo a distancia no era lo mío, me viste llorar, nos abrazamos y entonces en el silencio surgió la pregunta:

¿Nos escapamos? ¿Estarías dispuesto a dejar todo? ¿A empezar de cero en un lugar dónde nadie nos conozca?

El Frío recorrió nuestros cuerpos ¡Qué locura!
¡Sí, hagámoslo! Pero no hay marcha atrás.

Y así fue, aun estando del otro lado del mundo nos hablábamos, el día que subí a la Torre Eiffel te marqué, pero no estabas, sin embargo, mi cuñis estaba encantada con la llamada. Buscaste un trabajo y estabas ahorrando.

Llegaste a Cuernavaca, mi familia siempre ha sido muy cuidadosa, eso y que sabían de tu existencia, razón por la cual yo vivía bajo llave, esa tarde ya tenía listas mis dos maletas, en la segunda se incluía un peluche de Stich (lo sé, mi sentido de supervivencia es lo máximo, un peluche me iba a salvar de cualquier mal, ¿madurez? Lo siento joven, no vino); había estudiado muy bien los horarios de cada integrante de la casa, mientras Doña Ángeles preparaba la comida y me contaba las novedades de su vecina, sin que se diera cuenta yo deslizaba lentamente el cajón de la cocina para que no rechinara, sabía que debajo del orégano escondía la llave de la reja, la tomé ¡Bingo!, a las 5 se iría y la buscaría para poder salir, por ende, yo debía de controlar mis nervios y fingir no saber nada al respecto.

Eran las 5 y sin rastro de la llave, Doña Ángeles tuvo que pedirle su llave a la nana de mi prima, con la promesa de reportárselo a los patrones al otro día a primera hora, así fue. Siguiente paso, esperar que la nana subiera a dormir a mi prima, mientras tanto yo me hacía la loca (no hay otra expresión más acorde) con los perros en el jardín… ¡Listo! ¡Es hora de la siesta!.

Abrir la puerta de madera de la casa, tenía que ser con suma cautela, muy lentamente, si algo hemos aprendido en las películas de terror es que no se puede confiar en nada que sea de madera, saqué las dos maletas que se encontraban ocultas detrás del carro, saqué la evidencia de mi primer y único robo.
¡Rayos! ¡Se me olvidó echarle aceite a la reja y rechina tan fuerte como mi risa!

¿Recuerdan la música de Misión Imposible? Por favor, que empiece a sonar ahora en sus mentes, deslizar la reja en cámara lenta llegó a producir sudor en mi frente, ya está abierta, estoy afuera, ahora toca cerrarla, exactamente el mismo proceder, es momento de correr, pero “¡Jacky espera, deja muestra de tu decencia!” me dije “¡Claro! ¡Dejaré aquí la llave para que no tenga problemas Doña Ángeles!”.

Ahora sí con el corazón acelerado, a correr se ha dicho, solo podía imaginarte toda la mañana esperando, tomé el taxi, no podía creer lo que estaba haciendo…
¡Detenga el auto! ¡no no no no, por favor disculpe y continúe!

-¡Hemos llegado! ¡Son 25 pesos!
Solo sé que pagué en modo automático, dijimos que no había marcha atrás.

Estaba en el umbral de la estación, no podía escuchar otra cosa que mi corazón y a la señorita por el altoparlante, solo Dios sabe que estaba intentando comunicar, de la nada alguien me abrazó con tanta fuerza que lo supe, eras tú.

-¡Creí que no llegarías, estaba por abordar!
-¡Aquí estoy, vamos!

                  Continuará...

martes, 3 de septiembre de 2019

Carta a un héroe sin capa

Vamos a jugar por un momento, ¿te parece? Seamos actores, tienes que entrar en el papel, ser el personaje…

Eres una joven de 18 años, decidiste ser independiente ante la ausencia de tus padres, has decidido que no serás una cifra más, no serás un “nini”, por lo cual estudias la preparatoria abierta los sábados, lunes a domingo trabajas, entras a las 8:00 a.m. y sales a las 8 p.m.; Sí, es agotador trabajar, llegar a prepararte algo de cenar y ponerte a estudiar o hacer algún trabajo, sin embargo, te motiva saber que buscas un futuro mejor…

Estás en periodo de exámenes, tienes programado un examen para el viernes a las 8 de la noche, nada menos que la materia de “Etimologías Grecolatinas”, tu dolor de cabeza, pero estudiaste, estás lista para lo que venga, te organizas, pides permiso en el trabajo con la promesa de reponer ese tiempo el sábado y domingo; presentas el examen, lo realizas lo más rápido posible pues temes que por ser noche no alcances la última ruta del autobús y en especial porque vives del otro lado de la ciudad. Entonces tu mente te recuerda:

“¡Solo tomaste lo justo para un autobús, no traes más, mejor apúrate! ¡Rayos!”

Terminas el examen, estás satisfecha contigo misma porque sabes que de ninguna manera vas a reprobar, “¡Estuvo papita!”, sales de las instalaciones de la escuela, subes el puente peatonal porque eres demasiado distraída para tener la osadía de atravesar entre los carros, sabes que debes de tener cuidado, te han dicho que en la parte superior del puente suelen robar, sientes un poco de miedo porque al final de este no hay suficiente iluminación, empiezas a descender el puente, piensas “¡Uff, no pasó nada, estoy a unos pasos de la parada del bus!”.

Toca pasar debajo de las escalera del puente, los carros transitan normal, todos quieren llegar a casa, de repente, te percatas que hay tres individuos en estado de ebriedad debajo de las escaleras, “¡Actúa normal!” te repites una y otra vez, “¡No hagas caso de las cosas que están diciendo, camina más rápido, ya estás cerca de la parada y se alcanza a ver que hay personas!”.

Los sujetos deciden también apurar el paso, empiezas a correr, ellos también lo hacen, te detienen del brazo, estás rodeada, les dices que por favor te dejen en paz, ellos solo ríen y te desnudan con la mirada, te empiezan a llevar a la parte más oscura, entre la parte debajo de las escaleras y un pequeño pedazo de jardín, tus lagrimas no dejan de brotar, solo quieres ir a casa, les ruegas que te suelten, les imploras que quieres ir a casa, pero, lo notas en sus miradas, tus lágrimas y suplicas no significan nada, no es porque seas bonita, no es porque lleves ropa escotada o entallada, provocativa la llamaría un ministerio público; en realidad llevas jeans bofos, tu playera del uniforme, tenis y tu mochila, no usas maquillaje, eres gordita, no logras entender por qué te está sucediendo eso, y entonces tu mente dice:

“Y si… después de que terminen de violarme, ¿deciden matarme? ¿Hasta aquí debía ser mi vida? ¿esto fue todo? ¿No volveré a ver a mi familia? ¿Diooos que le dirán a mi familia?”
¡Dios te lo suplico que esto no sea todo! ¡Dios ayúdame!

Tus lagrimas siguen brotando, cuando crees que no hay ninguna esperanza, se escucha:
¡Oigaaaan! ¿Qué le están haciendo? ¡Déjenla! ¡Es mi novia!

Los sujetos te sueltan, sientes como el aire regresa a tus pulmones, ese instinto por vivir te activa las piernas y corres hacia el joven que te acaba de ayudar, él te sostiene como si estuvieras a punto de desmayar, te pregunta:

“¿Estás bien? ¡Lo vi todo y vine a tratar de ayudar!
- ¡No, no estoy bien, solo quiero ir a casa!

Ese joven te sostiene y te lleva a la parada, puedes ver como los sujetos se alejan riendo; resulta increíble como los carros pasan, el mundo nunca se detuvo ante tu ausencia, ante tu terror, el mundo no, pero ese joven desconocido que te consuela sí.

Él esperó a que llegara tu autobús, te dijo “Cuídate, deseo que estés bien”
- ¡Muchas gracias, te lo digo de corazón!

Llegaste a casa y tu familia dio gracias a Dios pero en especial a ese joven, de no ser por él, la historia sería distinta.

Jamás se me ocurrió preguntarte tu nombre, no puedo recordar tu rostro, pero puedo decirte que aquella noche bajo el puente del IEEPO tú fuiste mi héroe, mi ángel de la guardia, sin ti muy probablemente no estaría aquí, arriesgaste tu integridad por una desconocida que vivirá eternamente agradecida.