Vamos a jugar por un momento, ¿te parece? Seamos actores, tienes que entrar en el papel, ser el personaje…
Eres una joven de 18 años, decidiste ser independiente ante la ausencia de tus padres, has decidido que no serás una cifra más, no serás un “nini”, por lo cual estudias la preparatoria abierta los sábados, lunes a domingo trabajas, entras a las 8:00 a.m. y sales a las 8 p.m.; Sí, es agotador trabajar, llegar a prepararte algo de cenar y ponerte a estudiar o hacer algún trabajo, sin embargo, te motiva saber que buscas un futuro mejor…
Estás en periodo de exámenes, tienes programado un examen para el viernes a las 8 de la noche, nada menos que la materia de “Etimologías Grecolatinas”, tu dolor de cabeza, pero estudiaste, estás lista para lo que venga, te organizas, pides permiso en el trabajo con la promesa de reponer ese tiempo el sábado y domingo; presentas el examen, lo realizas lo más rápido posible pues temes que por ser noche no alcances la última ruta del autobús y en especial porque vives del otro lado de la ciudad. Entonces tu mente te recuerda:
“¡Solo tomaste lo justo para un autobús, no traes más, mejor apúrate! ¡Rayos!”
Terminas el examen, estás satisfecha contigo misma porque sabes que de ninguna manera vas a reprobar, “¡Estuvo papita!”, sales de las instalaciones de la escuela, subes el puente peatonal porque eres demasiado distraída para tener la osadía de atravesar entre los carros, sabes que debes de tener cuidado, te han dicho que en la parte superior del puente suelen robar, sientes un poco de miedo porque al final de este no hay suficiente iluminación, empiezas a descender el puente, piensas “¡Uff, no pasó nada, estoy a unos pasos de la parada del bus!”.
Toca pasar debajo de las escalera del puente, los carros transitan normal, todos quieren llegar a casa, de repente, te percatas que hay tres individuos en estado de ebriedad debajo de las escaleras, “¡Actúa normal!” te repites una y otra vez, “¡No hagas caso de las cosas que están diciendo, camina más rápido, ya estás cerca de la parada y se alcanza a ver que hay personas!”.
Los sujetos deciden también apurar el paso, empiezas a correr, ellos también lo hacen, te detienen del brazo, estás rodeada, les dices que por favor te dejen en paz, ellos solo ríen y te desnudan con la mirada, te empiezan a llevar a la parte más oscura, entre la parte debajo de las escaleras y un pequeño pedazo de jardín, tus lagrimas no dejan de brotar, solo quieres ir a casa, les ruegas que te suelten, les imploras que quieres ir a casa, pero, lo notas en sus miradas, tus lágrimas y suplicas no significan nada, no es porque seas bonita, no es porque lleves ropa escotada o entallada, provocativa la llamaría un ministerio público; en realidad llevas jeans bofos, tu playera del uniforme, tenis y tu mochila, no usas maquillaje, eres gordita, no logras entender por qué te está sucediendo eso, y entonces tu mente dice:
“Y si… después de que terminen de violarme, ¿deciden matarme? ¿Hasta aquí debía ser mi vida? ¿esto fue todo? ¿No volveré a ver a mi familia? ¿Diooos que le dirán a mi familia?”
¡Dios te lo suplico que esto no sea todo! ¡Dios ayúdame!
Tus lagrimas siguen brotando, cuando crees que no hay ninguna esperanza, se escucha:
¡Oigaaaan! ¿Qué le están haciendo? ¡Déjenla! ¡Es mi novia!
Los sujetos te sueltan, sientes como el aire regresa a tus pulmones, ese instinto por vivir te activa las piernas y corres hacia el joven que te acaba de ayudar, él te sostiene como si estuvieras a punto de desmayar, te pregunta:
“¿Estás bien? ¡Lo vi todo y vine a tratar de ayudar!
- ¡No, no estoy bien, solo quiero ir a casa!
Ese joven te sostiene y te lleva a la parada, puedes ver como los sujetos se alejan riendo; resulta increíble como los carros pasan, el mundo nunca se detuvo ante tu ausencia, ante tu terror, el mundo no, pero ese joven desconocido que te consuela sí.
Él esperó a que llegara tu autobús, te dijo “Cuídate, deseo que estés bien”
- ¡Muchas gracias, te lo digo de corazón!
Llegaste a casa y tu familia dio gracias a Dios pero en especial a ese joven, de no ser por él, la historia sería distinta.
Jamás se me ocurrió preguntarte tu nombre, no puedo recordar tu rostro, pero puedo decirte que aquella noche bajo el puente del IEEPO tú fuiste mi héroe, mi ángel de la guardia, sin ti muy probablemente no estaría aquí, arriesgaste tu integridad por una desconocida que vivirá eternamente agradecida.
martes, 3 de septiembre de 2019
Carta a un héroe sin capa
Etiquetas:
abuso,
alcohol,
esperanza,
héroe sin capa,
miedo,
mujeres,
violación,
violencia de género
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario